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¡Ya tenemos repositorio de proyectos!

Con el fin de mejorar la cobertura, incidencia y la sostenibilidad de este proyecto integrando los saberes de diferentes agentes educativos que participan poniendo la Vida en el centro, hemos elaborado un repositorio con un montón de recursos de todo tipo (podcasts, documentales, guías didácticas, situaciones de aprendizaje, manuales, libros, posts…) que comparten dos máximas: están elaborados con criterios ecofeministas y/o frente a la emergencia climática.

En él encontrarás materiales de organizaciones y entidades amigas como Ecologistas en Acción, Entrepueblos, Solidaridad Internacional Andalucía, Fuehem, Altekio, El Enjambre sin Reina… Por aquí hemos hecho una selección de ellos, pero en el Repositorio tienes acceso a sus diferentes webs para que puedas acceder a muchos otros.

¡Esperamos que los disfrutéis tanto como nosotras!

Pincha en la imagen superior para acceder al Respositorio

 

Participar Para Poner la Vida en el Centro: Inscripciones abiertas para nuestro nuevo MOOC

Ahora que viene el calorcito y parece que tenemos más tiempo, ¿por qué no aprovechamos y nos formamos? Esta nueva formación online está completamente financiada, es fácil de desarrollar y no tiene plazos de manera que no hay presión alguna

Estamos muy felices de anunciar el lanzamiento de nuestro curso MOOC «Participar Para Poner la Vida en el Centro» como parte de la cuarta Fase de este proyecto que elaboramos con tanta ilusión y esfuerzo (y con la colaboración de la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación profesional y la financiación de la AACID). Y es que este curso online ofrece a docentes y personas curiosas e inquietas la oportunidad de aprender y aplicar un proyecto educativo innovador que fomenta la participación activa del alumnado y la incorporación de principios de sostenibilidad ecológica, diversidad cultural, de género y justicia global en la toma de decisiones.

¿Qué ofrece el curso?

El curso está diseñado para desarrollar tres tipos de proyectos que responden a tres modelos de itinerarios participativos diferentes:

1. Campaña de Sensibilización
2. Acción Transformadora
3. Organización para la participación

Flexibilidad y autonomía: Este MOOC está diseñado pensando en las necesidades del profesorado y profesionales con poco tiempo. Sabemos que este es un recurso escaso y valioso, por eso, el curso ofrece total flexibilidad para que puedas estudiar a tu propio ritmo. No hay plazos estrictos ni horarios fijos, lo que te permite organizarte de acuerdo a tus propias necesidades y responsabilidades.

Materiales y metodología testada: Uno de los aspectos más destacados de este curso es que los materiales y las herramientas que utilizamos han sido desarrollados en colaboración con docentes y han sido probados en diversos contextos educativos. Esto garantiza que los itinerarios propuestos no solo son teóricos, sino que también son prácticos y efectivos.

No pierdas la oportunidad de formar parte de esta experiencia transformadora que no solo enriquecerá tu práctica profesional, sino que también tendrá un impacto positivo en tu entorno educativo y en vuestra vida: la tuya y la de tu alumnado.

En este enlace tienes toda la información y la posibilidad de inscribirte sin coste alguno.

(Casi) todos los recursos generados de la Fase III de PPPLVC

¡Estamos muy contentas porque ya están disponibles todos los recursos que hemos generado durante esta tercera fase de PPPLVC! Hay de todo: para Primaria, para Secundaria, para ONGD… Hay herramientas de autodiagnóstico, manuales, informes, guías, itinerarios, tutoriales… ¡y un montón de actividades que hacer con el alumnado! Tenemos hasta una versión online de esta propuesta… ¿Lo mejor? Que todo esta abierto y es de libre acceso. Eso sí, te pedimos que si vas a publicarlos en alguna web, por favor nos cites (si ya después, nos lo comunicas, ¡mucho mejor!).

Vaya Banco de recursos nos ha quedado en esta fase. ¡Este banco sí que nos gusta!

‘Educando en igualdad y buen trato conseguimos relaciones justas y personas adultas sin relaciones de poder’

Ana Magallanes es una gaditana licenciada en Pedagogía y Máster en Psicología, Educación y Desarrollo que lleva más de veinte años trabajando como coeducadora y experta en prevención de violencia machista y atención psicológica a las víctimas. Muchos de ellos los ha pasado en aulas con alumnado con edades comprendidas entre los cinco y los dieciocho años haciendo eso que aquí llamamos “mirarnos el género”. Por eso, cuando en el equipo de Participar Para Poner la Vida en Centro empezamos a reflexionar sobre la relación de los niños con lo que se entiende como femenino (vamos, “las cosas de niña de toda la vida»), sabíamos que teníamos que hablar con ella. 

Ana Magallanes

Más de veinte años coeducando a alumnado, profesorado y familias. ¿Cómo era la coeducación a principios del 2000? ¿Podemos decir que ha habido una evolución en la conciencia feminista?
Podemos comentar tantas cosas de eso… Y es que al principio, cuando yo empecé a coeducar y se hablaba de los términos “machismo” y “feminismo» a la gente le sonaba extraño, el alumnado se quedaba con los ojos abiertos a la expectativa… La cosa es que aunque es verdad que hace veinte años había cierto cuestionamiento, este era muchísimo más sutil e inocente. Esto se debía a una gran falta de sensibilización y a que ambos términos no se retroalimentaban. Ahora nos encontramos con ideas y discursos contrarios al feminismo e incluso existe una representación política mayoritaria que habla de “peores y mejores feministas”.

¿Y cómo llegan esos discursos políticos a las aulas?
Pues porque se habla en las casas y el alumnado reproduce en el aula lo que escucha en sus propias familias. De esta manera, y siguiendo con la anterior pregunta, nos encontramos con que, por un lado, hay muchísima más resistencia al feminismo pero, por otro, también hay más activismo y más conciencia. Así, mientras existe un discurso muy potente que rechaza continuamente todo lo que tenga que ver con una pedagogía feminista, también observo que cada vez hay más perspectiva de género, un profesorado que se forma más en esta línea y que, aunque aún queda muchísimo trabajo por hacer, encuentro muchísimas personas –sobre todo las mujeres responsables de coeducación en los centros– que están protagonizando grandes luchas internas en sus colegios e institutos que son dignas de admirar.

¿Dices que son sobre todo mujeres?
Sí, aunque poco a poco vamos formando equipos, tejiendo las redes de mujeres y de hombres feministas que van siendo una realidad y se van traduciendo en el empoderamiento en las chicas.

En Ecotono la palabra “empoderamiento” no siempre nos gusta…
Claro. Y es que es verdad que a veces ese empoderamiento puede estar un poco mal entendido y gestionado. Por ejemplo, en las relaciones de violencia machista, las chicas ya no se callan. Esto es algo que llevábamos años persiguiendo y que queríamos que pasara. Pero es que incluso a veces llegan a reproducir los comportamientos que llevaban tanto tiempo haciendo los chicos con ellas. Por ejemplo, el control y la vigilancia por las redes sociales de las relaciones de pareja, los celos… Hablamos de relaciones tóxicas cuando realmente el germen es el mismo: un machismo que hombres y mujeres tienen interiorizado y se manifiesta en forma de unos roles masculinos que debemos rechazar.

Pero es que hay chicos que, directamente, rechazan el feminismo.
Todo esto resulta muy complejo porque cuando abordamos determinados temas, muchos chicos interpretan que se les están haciendo no solo responsables, sino también culpables. De ahí que haya que cambiar la pedagogía para que sean una parte activa en el cambio. Son chavales que se encuentran en una realidad adulta que tiene un gran problema y no pueden ser los únicos responsables a la hora de resolverlo. Por eso es importante que todas y todos sean muy conscientes de la importancia que tiene el género en el sistema, en la educación, en la cultura, en la socialización… Que existen unos roles que debemos cuestionar porque nos han esclavizado y que es eso precisamente, ese cuestionamiento, lo que va a beneficiarnos a todas y a todos.

                                     Magallanes, en el tercer Congreso Andaluz de Coeducación

Pues sigamos con el alumnado al que formas. ¿Cómo son? ¿Se consideran feministas? ¿Hay diferencias según género o edad?
Para las niñas y los niños no hay identidades de género hasta que cumplen determinada edad. Todos y todas se relacionan en igualdad total. Y es que, en este sentido, llegan al mundo siendo perfectos, sin prejuicios ni roles aprehendidos. Por eso precisamente se empieza a trabajar con cinco años, que es la edad en la que empiezan a reconocer el género porque el proceso de socialización les ha contaminado, les ha dicho que hay “cosas de niños y cosas de niñas”: deportes, juguetes, actitudes, sentimientos, emociones… Por eso es a partir de ahí cuando hay que intervenir. Sin embargo, es durante el ciclo de Primaria cuando aparece ya muchísimo machismo e incluso la violencia se representa de manera distinta en un sexo y en otro.

En Primaria estamos hablando de un alumnado de seis a doce años…
Exacto. Y es que a través de ese proceso de socialización patriarcal que comenzamos a ver a edades cada vez más tempranas ese cuestionamiento o rechazo del que te hablaba antes. Se trata de una resistencia total al feminismo y lo que este significa: igualdad. Lo han escuchado en casa y lo defienden tanto que a veces incluso rechazan actividades que proponemos en los talleres. Lo que ocurre es que cuanto mayores son, más han vivido: tienen más información, más experiencias, más contacto con redes sociales e influencers, donde el discurso del grupo de iguales toma muchísima más relevancia. Es entonces cuando los discursos pueden ser más misóginos, sí. Pero también más feministas. Por eso, y aunque las encuestas cifran en un 20% el porcentaje del alumnado que se considera feminista, mi experiencia personal me anima a decir que el porcentaje es mucho mayor. El problema en clase es que la personas feministas no toman la palabra, se callan aunque cada vez sean más. Las machistas pueden llegar a ser menos y en la mayoría de los casos son chicos, pero cada vez se posicionan públicamente en mayor grado, sienten mucho enfado, se coordinan y se agrupan para hacer equipo y destrozar los discursos basados en la igualdad que planteo en el aula.

¿Observas diferencias entre centros educativos públicos, privados y concertados?
Sin duda alguna. Y eso es algo que llevo diciendo muchísimo tiempo. Básicamente porque en la escuela pública llevan muchos más años coeducando y eso está teniendo unos resultados estupendos en los chicos y las chicas. Tienen más conciencia social, más perspectiva de género, controlan mucho mejor la terminología… Incluso percibo en este tipo de centros un sentimiento crítico que les lleva a querer aprender más y mejor sobre el tema. Y es que aunque queda muchísimo trabajo por hacer en la pública aún, los concertados tienen cierto retraso en este sentido. En estos centros está muy presente el clasismo, que es un gran obstáculo a la hora de trabajar la conciencia social. De esta manera es muchísimo más difícil desmontar esos argumentos vinculados a la desigualdad y el machismo que tienen tan interiorizados.

Las aventuras de Minicornio’ es uno de los muchos materiales coeducativos que Ana Magallanes crea y desarrolla

Creo que haber leído en tus redes sociales que hace unos años empezaron a aumentar las voces antifeministas, los trolls y los negacionistas de la violencia machista. Fue entonces cuando notaste un cambio sustancial en las personas que recibían tus formaciones y, por primera vez en tu carrera, empezaste a sentirte mucho más cuestionada e incluso desautorizada. ¿Quieres hablarnos de esto? ¿Qué pasó entonces y cómo ves la situación ahora?
Cuando somos mujeres y, además, jóvenes como cuando yo lo era cuando empecé en esto, somos muchísimo más cuestionadas que los hombres a todos los niveles, especialmente el profesional. Esto lo podemos extrapolar a cualquier entorno: desde el más cercano o familiar y de amistades hasta el profesional lo que se traduce en situaciones muy desagradables de las que he vivido muchas. De hecho, a diario me enfrento a ser cuestionada, unas veces con mayor agresividad y otras con menos. Incluso el propio profesorado ha llegado a hacerlo.

¿También el profesorado?
Por desgracia, sí. Y tengo muchos ejemplos. En una ocasión tuve que poner una queja en Intervención porque se llevaron al alumnado del aula cuando el profesorado tiene la obligación legal de permanecer durante la celebración de los talleres coeducativos y de prevención de violencia machista. Otra vez, justo al comenzar mi exposición, una profesora en una clase de Secundaria comenzó a decir que nos habíamos montado un chiringuito entre cuatro o cinco para vivir de esto. Me pasé 20 minutos argumentándole con estadísticas todo lo contrario a lo que contestó que yo no estaba allí para sensibilizarla a ella cuando había sido la primera en desacreditarme. A mí me han denunciado por decir “clítoris” en una aula de Primaria o afirmar en una formación dirigida a profesionales de la Junta de Andalucía que llamar “limpiaculos” a las auxiliares de clínica era una forma machista de desacreditarlas profesionalmente. Vamos, que hay que tener en cuenta que mucha gente tiene cada vez más las uñas fueras con el feminismo y hay que estar preparada y dejarle claro que no vale cualquier excusa para cuestionarte.

En Ecotono sabemos que el humor es una cosa muy seria. De hecho, tú siempre dices que con humor se llega mejor a la gente pero, ¿cómo te enfrentas a situaciones en las que el alumnado o incluso el profesorado se toman la igualdad a broma?
Yo pienso que todas las personas somos cabezotas por naturaleza y tendemos a defender a ultranza nuestros discursos. De ahí que procure utilizar siempre una pedagogía de igual a igual e ir acompañando ese “aprendizaje por descubrimientos” preguntando qué piensan sobre esto o lo otro, de qué se han dado cuenta, que analicen esto, que le den una vuelta o estudien lo otro… Pero ese acompañamiento no implica que yo no sea una mujer empoderada, que tengo carácter y que tengo clarísimo que las bromas misóginas no son tolerables: por eso corto de un modo tajante cualquier chiste de este tipo. Así, aprovecho la ocasión para enseñar al grupo la necesidad del posicionamiento social porque de un modo u otro todas las personas somos responsables. Y es que un 85% de las mujeres son violadas por personas de su entorno, que el 71,2% de las adolescentes de entre 16 y 24 años actualmente en España está sufriendo violencia machista y/o han sufrido violencia machista en ese periodo de edad y eso no es ninguna broma.

Muchas familias intentamos educar en la ruptura de los roles tradicionalmente femeninos y masculinos y vemos, por ejemplo, cómo aumentan las niñas que flipan con Spiderman, juegan al fútbol y a videojuegos. Sin embargo, también estamos observando un marcado rechazo por parte de los niños de las mal llamadas “cosas de niña” y se niegan a saltar a la comba, leer un libro o ver una peli protagonizada por una chica. ¿Por qué ocurre esto y, sobre todo, qué podemos hacer para que cambie?
Hay que revalorizar lo femenino. Las mujeres hemos conquistado muchos derechos que no teníamos, hemos “subido” consiguiendo más privilegios que no teníamos y subir siempre gusta, mientras que bajar, no tanto. Entonces, si llevamos siglos infravalorando lo femenino, los chicos van a rechazar bajar ese escalón. Por supuesto que las chicas quieren más derechos, ocupar los espacios, acceder a todo tipo de profesiones…pero los chicos no quieren tener profesiones peor valoradas socialmente, peor remuneradas, no quieren dejar de ocupar los espacios… Y es que el patriarcado le ha dado el mundo de los privilegios al sexo masculino. Por eso hay que darle la vuelta a ese concepto. Los niños tienen que ser conscientes de que ese aparente privilegio no lo es tanto. Que si solo las mujeres asumimos en exclusiva los cuidados, además de ser una carga brutal para nosotras, ellos van a ser privados del amor y el cariño, dos cosas fundamentales y necesarias para vivir a las que no deben renunciar siempre y cuando no implique que tengan que sacrificar su salud o su promoción profesional. ¿Qué podemos hacer para eso? Pues revalorizar lo femenino y hacerles ver a los chicos que no se les puede negar la educación emocional o la gestión de las emociones, dos carencias que después a ellos mismos les traen muchísimos problemas. Solo así podrán ser capaces de reconocer esa masculinidad tóxica, renunciar a ella y desarrollarse libremente sin ningún tipo de estereotipo. Es complicada la tarea, sí. Pero también es cierto que se consigue. Y es que la coeducación es la clave para solucionar esta problemática. Educando en igualdad y buen trato conseguimos relaciones justas y personas adultas sin relaciones de poder.

‘Plantear una pregunta en clase y que el alumnado conteste no es un proceso participativo’

Socia cooperativa en Ecotono, Ana Jiménez es bióloga y lleva más de seis lustros dedicada al activismo, la formación y la transformación ecosocial. Los últimos diez años, especialmente dedicada a Participar para Poner la Vida en el Centro, un proyecto educativo financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo cuya tercera fase está a punto de terminar y la cuarta arrancó hace unos meses

Ana Jiménez

Estamos en la última etapa de Participar Para Poner la Vida en el Centro Fase III (PPPLVC3), pero vamos a echar la vista atrás. Hace ya casi diez años, ¿qué fue lo que os inspiró a la hora de crear este proyecto?

Vimos una necesidad flagrante de adoptar un cambio en la forma de mirar, de concebir nuevas categorías mentales que integraran criterios de sostenibilidad, feministas y de justicia global a la hora de tomar decisiones en los procesos participativos. Pero esto debía hacerse tanto desde la fase inicial del análisis y viendo qué relación tiene con tu vida, como en la elaboración de ideas. De esta manera, estas nuevas miradas atravesarían el análisis, la planificación, la ejecución y la evaluación que aplicaríamos por un lado a la educación para la participación, que no necesariamente integraba un cambio a la hora de mirar, y por otro lado a la educación ambiental que tampoco ofrecía las herramientas suficientes para aprender a organizarnos y a tomar decisiones de manera colectiva.

¿Cuál es el objetivo principal del proyecto?
La meta última del proyecto es facilitar los procesos participativos en los centros educativos en los que el protagonismo lo tenga el alumnado. Esos procesos participativos deben integrar criterios de sostenibilidad ecológica, que atiendan a criterios de diversidad cultural, de género y de justicia global a la hora de tomar decisiones.

Ana, presentando Participar para Poner la Vida en el Centro en Ibiza

 

¿Y cómo lo lleváis a cabo?
Ya que estos procesos participativos deben estar protagonizados por el alumnado, la principal actividad consiste en formar al profesorado en este tipo de metodologías y poner a su disposición materiales conectados con el currículum académico que le facilite la tarea en su práctica docente cotidiana. Esto lo hacemos principalmente a través de sesiones formativas presenciales y online. Además, pueden acceder a todo un catálogo de materiales sobre qué significa Poner la Vida en el Centro. La gran mayoría de estos materiales permiten trabajar desde el currículum académico, esto es, coinciden con el desarrollo curricular de los programas educativos formales desde infantil hasta hasta secundaria y cuentan con la validación del propio profesorado, así que son garantía de éxito.

¿Cuáles son los principales desafíos a los que te has enfrentado al coordinar PPPLVC?
Principalmente hemos visto tres: que sea un proyecto pedagógico pionero del que no hay precedentes, que no se entienda bien qué significa un proceso participativo en un centro educativo y cómo es la cultura de la participación en estos espacios.

Formación al profesorado del CEIP Ecoescuela La Inmaculada de Salar (Granada)

¿Por qué?
Que no existan precedentes didácticos con estas prácticas hace que los procesos sean muchos más lentos. Tenemos que validar cada uno de los pasos que damos y estar en un proceso continuo de análisis, investigación y evaluación.

El segundo de los retos o desafíos tiene mucho que ver con las diferentes ideas que tiene el profesorado sobre qué es un proceso participativo. Y es que muchas veces se confunde la participación con proponer actividades. Vamos, que plantear una pregunta en clase y que el alumnado conteste no es precisamente un proceso participativo tal y como lo entendemos en este proyecto.

El último desafío está relacionado con la cultura de la participación dominante en los centros educativos, generalmente basada en estructuras jerárquicas y en pocos o ningún grado de libertad para que el alumnado participe de la toma de decisiones.

De todas formas, y aunque el proyecto es un desafío en sí mismo, poco a poco vamos vislumbrando e incorporando estrategias que nos permiten acercarnos a nuestros objetivos y eso es ilusionante y muy gratificante a nivel profesional y también personal.

¿Cuántos centros educativos han pasado ya por este proyecto? ¿Cómo ha impactado en ellos PPPLVC?
Alrededor de doce centros andaluces de Primaria y Secundaria han pasado por Participar para Poner la Vida en el Centro con resultados muy distintos. Algunos, por ejemplo, han desarrollado procesos de participación que han culminado con la incorporación de las aportaciones del alumnado al propio Plan del Centro, en otros el profesorado ha aprehendido e incorporado a sus prácticas docentes estas metodologías cada curso para trabajar diferentes temas…

 

En el IES Murillo (Sevilla) con el alumnado de Secundaria

 

Y centrándonos ya en esta tercera fase de PPPLVC que está próxima a cerrarse, ¿con qué te quedas?
Pues lo que surgió de una necesidad, la pandemia, se ha convertido en una virtud. Y es que la primera parte de esta tercera fase la dedicamos a elaborar colectivamente una propuesta que permitiera impulsar procesos participativos online casi por obligación ya que había que hacerlo así o no podría desarrollarse. Sin embargo, y viendo cómo impulsar este tipo de procesos participativos “nuevos” en el proyecto, hemos podido observar unos resultados bastante interesantes. Así podremos facilitar estas metodologías en un mayor número de centros educativos y será mucho mayor el alumnado que las disfrute y que participe para Poner la Vida en el Centro.

Para terminar, sabemos que ya habéis puesto en marcha un PPPLVC4. Cuéntanos qué va seguir estando presente y qué trae de novedad esta cuarta fase.
Pues sí, la fase 4 de este proyecto ya ha arrancado con cuarenta centros educativos andaluces a partir de septiembre. Esto supone un importante reto ya que venimos trabajando con comunidades de prácticas integradas por seis centros como máximo. ¡Pero en la cuarta fase casi los multiplicamos por siete! Están distribuidos por toda la geografía andaluza, dieciséis de ellos lo harán presencialmente y en veinticuatro, online, que es también la forma en la que el profesorado recibirá la formación.

En cuanto a la principal novedad es la celebración de un encuentro de proyectos de educación ecosocial que celebraremos en Granada y de la que iremos informando poquito a poco que todavía es pronto…

Manual de uso para docentes y familias

Desde Ecotono S. Coop. And. de interés social estamos convencidas de que la mejor manera de crear propuestas es contando siempre con la participación de los grupos de personas que las van a usar. Esa es la razón principal por lo que desarrollamos un proceso de participación, constituyendo grupos de trabajo de AMPAS, profesorado y alumnado que nos ofrecieran directrices en base a las cuales elaborar una propuesta metodológica y didáctica que permitiera que el profesorado impulse procesos en los que el alumnado sea protagonista, y que las familias pudieran apoyar, sin necesidad de ser expertas en medios informáticos.

Fruto de ese trabajo es este manual de uso para docentes y familias con el que podemos impulsar procesos de participación para Poner la vida en el Centro.

Saberes necesarios para el nuevo mundo. Pongamos la Vida en el Centro

Estamos en un momento de crisis sistémica nunca vivido hasta ahora. Y los saberes que acompañan de manera hegemónica a la sociedad actual estamos viendo que no son suficientes teniendo en cuenta que nos enfrentamos a situaciones nunca antes vividas por la especie humana, al menos de manera consciente. Agotamiento de los recursos, principalmente los que se sustentan el sistema económico, los combustibles fósiles y derivados. Rotura de ciclos biogeoquímicos, ciclos estos que han permitido que la vida haya llegado a la actualidad, pero que ahora se ven alterados por la acción humana. Crisis climática, pérdida de suelo fértil, perdida acelerada de la biodiversidad que ostenta la información que hace posible la ida, genocidios en pro el control, de los recursos…

Ante este panorama no nos queda otra que ir generando espacios donde ponernos a pensar entre otras cosas en cuales son los Saberes necesarios para el mundo y la vida. Desde el proyecto Participar para poner la Vida en el Centro hemos querido generar uno de estos contextos para lo que invitamos a nuestra querida Marta Pascual, y de ese encuentro salió este documento de construcción colectiva.  

 

 

 

Encuentro Grupo Motor (parte II)

Después de un rico almuerzo durante el que las personas integrantes del Grupo Motor seguimos compartiendo, reflexionando y poniendo en común en esta jornada de trabajo, era la hora de seguir escuchando a Marta Pascual.

Y es que en la sesión de tarde de este encuentro (puedes leer la primera parte en este post), la integrante del Área de Educación Ecológica de Ecologistas en Acción nos centra en plantear los saberes necesarios que incorporar desde las áreas de la nueva cultura de la tierra.

En este sentido, partimos de una serie de certezas. Como por ejemplo, que la vida trabaja en red (somos personas cooperativas y somos parte de la red de la vida), la traslimitación material del planeta, el decrecimiento no es una opción, el futuro va a ser diferente y apostamos por un trabajo continúo de alfabetización ecosocial (que entendamos con otras categorías en una cosmovisión, que hay que entenderse como humanidad, reconocer las necesidades, cambiar los deseos y apostar por las experiencias que vivir mejor que las  metodologías).

Así, Marta Pascual afirma (y estamos de acuerdo con ella) que necesitamos unas cosmovisiones diferentes para un mundo que no sabemos cómo será, una “nueva cultura de la tierra” que se centren en siete núcleos de ideas que engloban diferentes saberes.

1. Decrecer en la esfera material y energética.
2. Construir equidad social y comunidad.
3. Mantener la biodiversidad.
4. Vivir de sol actual.
5. Cerrar ciclos de materiales.
6. Poner la vida en el centro.
7. ¡Escribe tú sobre la tierra!

Siendo conscientes de que cualquier intento de resumir todo lo importante dejará asuntos vitales fuera, la séptima idea es un espacio desde el que cada persona y organización aporte desde diferentes sensibilidades para realizar el giro cultural necesario para los tiempos que nos toca vivir, un espacio abierto.

Por eso estuvimos trabajando y exponiendo diversos elementos que incorporar como saberes necesarios en la nueva cultura de la tierra: libros, experiencias, medidas urgentes, biografías, leyes científicas, movimientos sociales, canciones, gráficas, manifiestos, soluciones culturales, ingenios de producción colectiva…

Debatimos en grupo diferentes propuestas para aprender supervivencia colectiva (Paradigma de las soberanías, del cuidado y la comunidad), moverse para que otras cambien (acción política), alternativas orientadas a la sostenibilidad en la alimentación, la construcción de la proximidad, la tendencia a la autosuficiencia, la habitabilidad, el entretenimiento, la información y la comunicación, la organización social, etc. y propuestas de organización para la transformación.

¿El resultado? Quedó plasmado en unos maravillosos paneles elaborados colectivamente y en los que se resumieron las aportaciones de cada grupo.

¡Y aprendimos y disfrutamos tanto, que estamos deseando celebrar el próximo encuentro del Grupo Motor!

Encuentro Grupo Motor (parte I)

Ayer sábado nos reuníamos en Tramallol gran parte de las personas integrantes del Grupo Motor de Participar Para Poner La Vida en el Centro (PPPLVC) provenientes de entidades y organizaciones ciudadanas que consideramos hermanas y las mejores acompañantes en este bonito y transformador viaje.

Hablamos de MAD África, Fridays For Future (FFF), Solidaridad Internacional Andalucía (SIA), la Red de Educadores por la ECG, Entrepueblos, La Mundial, el AMPA del CEIP San José Obrero y, claro, nuestra cooperativa ecofeminista Ecotono.

Y como la jornada dio para mucho y aprendimos, reflexionamos y compartimos un montón, vamos a contároslo en dos posts para no cansaros. ¿Hace? Pues aquí va el primero.

El SpiderTest, la araña que nos ayuda a analizar nuestras organizaciones
En esta la segunda reunión del Grupo Motor, comenzamos volviendo al principio, esto es, cuáles son los conceptos fundamentales del Programa Participar para Poner la Vida en el Centro y la memoria del trabajo realizado por el Grupo Motor en las primeras fases del programa y en la sesión anterior en la que contamos con la participación de Luis González Reyes.

Una vez introducido el temazo, nos metimos en faena con nuestro SpiderTest, una herramienta de análisis organizativo que cuenta con una matriz de indicadores y evalúa cuestiones tan importantes en una organización como la gestión del poder, su carácter universalizable, la gestión de los cuidados, la gestión de la interseccionalidad, los feminismos, la sostenibilidad ecológica, el impulso de diferentes vías de participación y la nueve necesidades de las personas (subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad).

Para ello entregamos a las personas representantes de cada entidad una copia de la matriz y el borrador del manual e iniciamos el trabajo de aplicación de la herramienta. Y, aunque ya intuíamos algo, nos dimos cuenta de verdad de que se trataba de una labor muy ardua y de que necesitábamos mucho más tiempo para desarrollarla convenientemente. Aún así llegamos a conclusiones muy interesantes. De hecho, y con el fin de mejorar dicha herramienta, pusimos en común algunas valoraciones del SpiderTest.

Por ejemplo, que algunas preguntas necesitan mayor explicación (por ejemplo, los mecanismos explícitos de las organizaciones), que se recurre bastante a los colores intermedios (da cierto “pudor” poner las opciones de «siempre» o «nunca») o que es difícil ver la diferencia entre lo que se es y lo que se aspira a ser como organización.

Aún así, acordamos que cuando el SpiderTest se hace en grupo, es una buena herramienta para iniciar debates entre personas con experiencias diversas en la entidad; que se considera un conjunto de indicadores muy completo valoramos muy positivamente la atención por la explicitación y por los mecanismos concretos.

Saberes para construir un mundo mejor
Después del SpiderTest, le tocaba el turno a Marta Pascual, integrante del Área de Educación Ecológica de Ecologistas en Acción, que nos traís un temazo: ¿Cuáles son los saberes que hay que incluir en la EpD para construir un mundo mejor?

Para ello, Marta nos propone, en primer lugar, desmontar lo aprendido desde una serie de elementos de diagnóstico material y cultural y enfrentando los mitos desmovilizadores. Y, en segundo lugar, ver qué aprender, en siete núcleos de reflexiones intentando abarcar las múltiples propuestas que se están desarrollando (saberes para la nueva cultura de la tierra).

En este sentido, nos propone una serie de mitos para desmontar. Empezando por que es imposible cambiar las cosas, siguiendo por lo que puedo hacer es imposible y no sirve, vamos a vivir peor, la información cruda desmoviliza, la ecoansiedad paraliza, la educación no debe agobiar y acabando por la gente es mala por naturaleza. 

Y después de tanto e intenso curro, procedimos a almorzar y coger fuerzas para continuar con la sesión de tarde. Pero eso mejor os lo contamos en el siguiente post.